Por Jorge Velasco

No los voy a agobiar con el origen, formación y carrera artística de esta cantante excepcional: Cécile McLorin Salvant. Para eso, les recomiendo el artículo del DiarioAR, de ese erudito musical que es Diego Fischerman.
Lo que quiero compartir es mi experiencia de entrar a BeBop, ahora en Palermo, recordando con nostalgia cuando estaba en San Telmo y lo conocí recién inaugurado, hace más de diez años, en un aniversario de Minton’s, la mítica disquera de Guille Hernández.
El tema es que, gracias a la logística de Métrica, me encontré sentado a menos de dos metros del escenario, donde apareció Cécile junto a un trío conformado por una sorprendente baterista, Savanna Harris, un sólido contrabajista, Yasushi Nakamura, y un pianista, Sullivan Fortner, que nos demostró lo que nos advirtió Fischerman: uno de los grandes pianistas del momento.
Ante un público nutrido y expectante, la buena onda y simpatía de Cécile lograron que todo comenzara bien. Clásicos y composiciones suyas, jazz, pop, R&B, en inglés, francés, criollo haitiano. Y de pronto, en perfecto castellano, sin sombra de acento alguno, se largó con Puro Teatro, ese clásico que conocí en la voz de La Lupe, y que luego utilizó Almodóvar como cierre musical de Mujeres al borde de un ataque de nervios.
Epifanía, mi adoración de Rey Mago, milagro cedido por los dioses. Esa voz capaz de todo. Y ahí la revelación del arte, eso que siento físicamente, erizando los pelos de mi nuca y de ahí a todo el cuerpo. Y para que no hubiese duda de la magia, arremetió con una versión, no hay adjetivos que alcancen, de Un vestido y un amor, que logró que cantáramos todos, con unas tremendas variaciones de Fortner.
Te vi, te vi, te vi. Yo no buscaba a nadie y te vi.
Al borde del llanto, me rescató la propia Cécile, cuando con humor, atribuyendo en principio la autoría a Caetano Veloso (claro, su versión universalizó esta canción), para rápidamente mencionar a Fito Páez. Una delicia todos estos músicos.
Desde ya, recomiendo todos sus discos y, para mi gusto, el más cercano a lo que viví esa noche, The Window, quizás el más audaz, con tomas en vivo, acompañada solo por el piano de Fortner.
Fue difícil irse. Qué bueno fue llegar y estar ahí.





Deja un comentario