Por Leonardo Casas (extraído de Métrica #10)

Maduración. Su obra fue una constante evolución. Así lo hizo notar su amigo Saul Bellow, al contraponerlo a escritores como Somerset Maugham o Arnold Bennett, quienes se dedicaron a complacer a su público. Para Bellow, Cheever fue un artista que se fue transformando completamente, de una increíble metamorfosis. De hecho, en su selección final de cuentos, descartó los primeros, por considerarlos muy inmaduros.
Escándalo. Lo provocó la publicación de sus Diarios. Allí, con un notorio desdén por su buen nombre, Cheever mostró y diseccionó sus pensamientos y costumbres más profundas. También llegó a reconocer su homosexualidad y generó una atención casi morbosa en el ambiente en el que se manejaba.
Talleres. Los dictó en la famosa prisión de Sing Sing. Es imposible no relacionar este hecho con lo que fue una de sus novelas más famosas, Falconer, en la que el protagonista, Ezekiel Farragut, es un hombre que cumple condena por matar a su hermano en un ataque de furia.
Reemplazo. El recientemente fallecido Sidney Pollack fue el director que terminó de filmar El nadador, película basada en el cuento de igual nombre de Cheever. Si bien no aparece en los créditos, Pollack se hizo cargo del film luego de las profundas diferencias entre el director original, Frank Perry, y Burt Lancaster, el protagonista.
Intuitivo. Así se definió una vez John Cheever en una entrevista. En el reportaje, dejaba en claro que no le gustaba trabajar con tramas, sino que se volcaba al relato a través de la intuición, de la aprensión, a veces por sueños o si no también por conceptos.
Cartas de amor. Fue lo único que se salvó del incendio de la cabaña de los padres de Susan, la novia de George Constanza, en Seinfeld. En uno de los mejores capítulos de la «serie sobre nada», esas cartas de amor eran de John Cheever hacia el papá de Susan, que obviamente había ocultado esa relación en su juventud.
American way of life. Sin dudas, John Cheever fue uno de sus cronistas más críticos. Puso su particular mirada sobre la clase media norteamericana y no tuvo ningún tipo de contemplaciones en reflejar la hipocresía y la podredumbre que anidaba en ella.






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