Por Mario Gemin

Marisa Monte, además de producir música maravillosa, es una artista visual de notable sensibilidad. Su discografía nos llega en perfecto estado de gracia gráfica. No hay un solo descuido en todas sus ediciones. Pero, si me atrevo recomendar uno para nuestra colección ideal, no hay dudas: Barulhinho Bom. ¿Por qué? Por la presencia del inefable dibujante autodidacta Carlos Zéfiro: la bestia del lápiz. Inclasificable. Radical. Tocado. Inspirado. Camaleón.

Quizás nos ayude a entrar en su mundo un breve texto de Jean Dubuffet (primer teorizador y codificador del art brut): «Es cuando el hombre esta solo, aburriéndose mucho, sin poder contar con ninguna clase de distracciones ni alegrías procedentes del exterior (…), cuando mejor se cumplen las condiciones para que nazca en él una necesidad de fabricarse con sus propios medios, él solo y para su uso propio, un teatro de fiestas y encantamientos…» Y en ese teatro no existe el me gusta-no me gusta. El buen o mal dibujo: se hace lo que se puede. ¿Por qué se aburría Carlos Zéfiro? Porque era funcionario público, empleado del Ministerio de Trabajo. Se aburría tanto que se inventó un seudónimo para su actividad secreta de dibujante, su verdadero nombre era Alcides Aguiar Caminha. Ni su esposa, ni sus hijos, ni el Ministerio se enteraron de esta duplicidad hasta un año antes de su muerte. Nació y murió en Río de Janeiro (1921-1992) y sus trabajos se publicaron entre las décadas del ’50 y el ’70. ¿Por qué tanto misterio? La especialidad de Carlos Zéfiro eran los folletines erótico-pornográficos llamados popularmente «Catecismos». La mayoría se vendía en secreto, escondidos entre las páginas de los diarios que entregaba el vendedor a los fieles lectores. En esas décadas estaba prohibida la publicación de este tipo de material gráfico… de ahí la ocultación de Zéfiro y la venta clandestina de los ejemplares.

Llegó a editar más de 500 números, impresos en blanco y negro, tamaño 1/4 oficio, de 32 páginas cada uno y de algunos números hubo tiradas de más de 30.000 ejemplares. Medio Brasil tomó sus primeras clases de educación sexual con los «Catecismos» de Zéfiro. Finalmente, la revista Playboy reveló el misterio de su doble personalidad en un merecido reportaje/homenaje publicado en 1991.

Volviendo a Dubufet: «…la belleza es pura secreción de la cultura como los cálculos lo son del riñón…» y sostiene «…la cultura oficial establece condiciones tan rígidas de apreciación y evaluación que sencillamente ahoga la invención y estigmatiza como carente de todo valor todo lo que no entre dentro de sus excluyentes límites. Es mucho más sano, prescindir del concepto dictatorial de belleza, y en su lugar hablar del arte como algo interesante, apasionante, capaz de sacudir el espíritu…»

Por último, recomiendo entrar a la generosa web de Carlos Zéfiro, disfrutar, aprender y dejar volar la imaginación, sola, solo, en pareja o en cualquier variable que se les ocurra.

Marisa Monte

Barulhinho Bom. Uma viagem musical.

EMI, 1996.

Dirección de arte y Diseño: Gringo Cardia

Ilustración:Carlos Zéfiro

Más información:

www2.uol.com.br/marisamonte

www.carloszefiro.com

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