“Helen Merrill es una de las grandes cantantes de jazz, ella tiene una forma totalmente única de aproximarse a la canción, sensitiva, a veces fuerte, melódica y a veces al borde de la disonancia… Cantando con una intimidad y osadía completas… Una artista” Estas palabras de la pianista y maestra Marian McPartland, me sirven de introducción para una de mis preferidas, no importa el color.

Nacida en 1930 en New York como Jelena Ana Milcetic, hija de inmigrantes croatas, cuando aún estaba en la secundaria comienza a cantar en el 845 Club del Bronx cuyo promotor artístico, con evidente buen ojo, la hizo actuar simultáneamente con figuras como Earl Hines, Charlie Mingus, Clifford Brown, Jim Hall, Bill Evans y literalmente cientos más, muchos de ellos futuros acompañantes de sus grabaciones. En ese entonces su nombre en la marquesina era Helen Milcetic, y cambiaría poco después por el definitivo, Helen Merrill. Su carrera discográfica comienza en el ahora mítico estudio del Ingeniero Rudy Van Gelder, con un single que le abrirá las puertas a un contrato con el sello Mercury, donde graba un disco durante los días 22 y 23 de diciembre de 1954, en New Cork. Este, sin mucho aspaviento, se publicó con el lacónico título de “Helen Merrill”; hoy, cincuenta y cuatro años después sigue siendo un disco de referencia y al que muchos críticos colocan entre los mejores discos de jazz de la historia. Con arreglos de un jovencísimo Quincy Jones (24 años) y con músicos como Clifford Brown en trompeta con quien realiza una milagrosa conjunción de pura belleza en inigualables versiones de standars. La grabación es un suceso instantáneo y la gente de Mercury, sello especializado en cantantes (basta mencionar a Sarah Vaugham o Dinah Washintong) le ofrece un contrato para grabar otros álbumes adicionales que realiza durante los años 50.

Ya en los 60, a raíz de numerosas giras, asienta su fama en toda Europa y en Japón, grabando en esa época otros discos notables con arreglos del pianista Dick Katz.
Como bien rescata el crítico Leonard Feather, fue una de las cantantes que puso en apuro a los racistas políticos sureños cuando, por ejemplo en 1952, una inconfundiblemente rubia Helen, cantó durante tres meses con el sexteto de Earl Hines.
En el año 1999 graba para Verve una especie de autobiografía musical, quien fuera conocida como “La rubia con la voz en la niebla” o “La contralto de brumosa voz” ofrece un viaje que va de las costas del Adriático con el impronunciable Krk, pueblo de sus padres, a las ellingtonianas costas de Maniatan: un viaje de Jelena a Helen.

Discografía:
1) “Helen Merrill”
2) “Dream of you”
3) “Jelena Ana Milcetic a.k.a Helen Merrill

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