El esfuerzo por querer encuadrar a Lizz Wright en algún estilo musical es más que seguro que fracasará. Y en sí, el no ajustarse a ningún esquema hace de esta nativa del estado de Georgia una artista sorprendente e interesante.
En este, su brillante tercer álbum, encontramos una colección de canciones finamente seleccionadas, de un carácter personal, maduro y hasta espiritual, muchas de ellas inspiradas en las memorias de su tierra natal y en sus propias experiencias amorosas.
Sólo una gran artista como Lizz Wright puede reversionar viejas canciones de Ike y Tina Turner (“I idolize you”) y de Led Zeppelin (“Thank you”) en un mismo disco y hacerlas sonar como si fuesen especialmente escritas para ella. Muchos artistas que hacen réplicas inmaculadas de los originales deberían aprender del arte de Lizz Wright para conservar el espíritu original de la canción y, al mismo tiempo, imprimirle un carácter original y fresco.
Estas reversiones son sólo una muestra de un disco repleto de canciones conmovedoras. El tema inicial, “Coming Home”, suena sombrío y doloroso, y “My heart” es una canción de amor para nada tradicional: “A veces quiero abandonarte, otras quiero dejarte solo, otras correr, y otras quiero volver a casa”. Una verdadera artesana de la canción, ocho de las doce canciones son de su autoría.
La acompañan en este disco el guitarrista y compositor Toshi Reagon, John Leventhal, Dave Tozer, algunos miembros de Calexico (Joey Burns y John Convertino) y su productor Craig Street.
Un sonido minimalista, una voz expresiva y afinada, y bellas canciones. Muchos dirán que es la fórmula para un éxito asegurado. Tal vez Lizz Wright nunca venda millones de discos como Norah Jones, pero para quien quiera oír con atención, el placer de escuchar a esta cantante seguramente no tiene precio. ¿No es eso una real medida del éxito?





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