Por Mercedes Álvarez

Quedamos en encontrarnos con David Amaya a las 4, en un bar de Las Heras y Pueyrredón, pero a las 12 recibo un mensaje en mi celular en el que me preguntaba si podíamos vernos a las 3. “Es que a las 4 juega el Real Madrid contra el Sevilla”, me explica cuando llega. Me dice que normalmente no soporta quedarse en un mismo canal más de dos minutos, pero que el Real Madrid es el Real Madrid.

David está desencantado. Se ve, y lo compruebo a lo largo de la entrevista. Pero su desilusión se ciñe solamente a los imperativos del mercado. Imposible para él perder la fe en la música. Todo lo contrario. La música es más grande que las modas, y está por encima de los hombres que la hacen. Por eso es que casi David no eligió la guitarra: la guitarra lo eligió a él. Así de simple.

Nos quedan unos 45 minutos antes de que empiece el partido (dos horas después, el Madrid le ganaba al Sevilla 4 a 2)

-Tu familia es una familia de artistas…

-Sí, yo soy sobrino nieto de Carmen Amaya, que era hermana de mi abuelo. Mi madre es bailaora, la “Tati”, y mi padre cantaor, el “Chato” de Barcelona. Pero más que haber aprendido de ellos, también aprendía por el ambiente donde estaba, porque con ellos colaboraban muchos artistas y tuve el gusto de poder ver desde siempre de cerca, y siempre con la guitarra. No recuerdo haber querido hacer otra cosa nunca. A la pregunta de qué vas a hacer de mayor, siempre quise tocar la guitarra.

-Vos estuviste colaborando con diferentes grupos, estuviste en una época en la Barbería del Sur.

-Eso es de lo que más orgulloso estoy artísticamente, porque es un grupo muy imitado, todavía la gente lo imita mucho, y creo que no tuvimos mucha suerte, en realidad con nada de lo que he hecho, a nivel comercial.

-En tu vida ha habido un quiebre cuando te viniste a vivir a Buenos Aires.

-Yo vine en el 99. Sí, era como que la posibilidad de hacer flamenco se cerraba. Además no vine a hacer música tampoco, vine por otros asuntos.

-Pero resultó que terminaste haciendo música.

-Terminé haciendo música, sí. Yo me lastimé las manos. Me rompí los ligamentos de las dos manos jugando al fútbol. Me operaron y perdí mucha movilidad y como que cambió mi forma de tocar. Y a la vez que dejé de poder hacer ciertas cosas, me dejaron de gustar los guitarristas que hacían esas cosas también. Pude trabajar cuando tenía las manos mal porque estaba tocando pop, porque si hubiera tenido que tocar flamenco no hubiera podido. Y después que me operé, que pasé la rehabilitación y todo (estuve dos años sin tocar) dije: si vuelvo a tocar, aunque sea como pueda, me hago un disco de flamenco, aunque sea casi algo imposible, y aunque no haya un mercado importante en Buenos Aires. Y lo hice, con mucho sacrificio.

-Ese disco es “Gitanos de Buenos Aires”.

-Sí, y es un disco de calidad competitiva, pero que no ha dado beneficios económicos.

-Pero además hay una idea de hacer un documental.

-Está hecho, y ahora estoy con la edición. A mí me impactó llegar a Congreso y ver que había una comunidad de gitanos que habían nacido aquí; sus padres habían nacido aquí, y por ahí sus abuelos vinieron. Que sigan hablando español perfecto y que no tengan ninguna costumbre argentina, y que lo mismo canten flamenco. Aunque no tengan el nivel de allá, pero demasiado ¿no? Están a 10.000 kilómetros. Yo llevo aquí diez años y tengo un montón de cosas argentinas, como el “viste”, el “este”… Gente que vinieron sus abuelos no es normal que no absorban nada. Es exactamente como allá. Entonces era interesante filmarlo. No basta con escuchar el disco y decir, bueno, suenan igual que los de allá. La cosa es ver que son iguales.

-Y no hay ninguna integración. Las costumbres son las mismas, las tradiciones y todo.

-Y la forma de hablar. Pero allá es normal. Porque del flamenco que se crea en Andalucía, que es la mezcla del folklore andaluz con la música hindú y con la de los árabes, a lo que se ve en Argentina que no ha habido árabes ni folklore andaluz… El flamenco que hay en Andalucía es de los gitanos, joder, aunque lo hacen en todas las partes del mundo. Pero eso es como algo que no quiere reconocer nadie, porque tampoco quieren discriminar a los artistas del flamenco que no son gitanos, que hay muchos. Pero la verdad es que como el jazz, que en un momento fue de los negros sólo, que lo hacían en EEUU, el flamenco fue igual: sólo en España y los gitanos. Yo creo que este disco, “Gitanos de Buenos Aires” es el primero que se hace fuera del territorio y además que hay artistas también. Está por ejemplo la Niña Pastori, y otros, que lo avalan de alguna manera.

-Ya que esta revista sale en Mar del Plata te pregunto si has conocido un poco el ambiente de gitanos de Mar del Plata, que tiene una zona importante.

-Los de Jara, sí, pero sólo los gitanos españoles tocan flamenco, porque sólo se da en ese lugar por el folkore andaluz y la invasión árabe. La guitarra es un instrumento árabe. Entonces los gitanos de otros lugares del mundo hacen otra música. Los de Jara son de Europa del Este. Son gitanos húngaros. Las costumbres son las mismas, pero sólo los españoles tocan flamenco.

-Puede que tengas mucho más éxito con la película que con el disco. Acá Saura tuvo mucho éxito con “Flamenco”, más allá de que es Saura, pero hay un interés en lo visual que tiene que ver con el baile.

-El baile era otro motivo por el que había que hacer el documental. El baile en un disco no lo podíamos mostrar, y el baile de aquí es muy peculiar. Digamos que hay un antes y un después de Joaquín Cortés, un antes y un después de Gades… cada bailaor va imponiendo patrones estéticos y modas, y los van copiando las nuevas generaciones. Y ahora ya los que bailan tienen de todos esos, y tienen una súper información. Y los de aquí no, los de aquí bailan sin tener en cuenta las modas de ahora.

-¿En qué lugares se está bailando, cantando? Hay lugares que estaban y cerraron, como “Los Montoya”.

-A los gitanos los echan de todos los lados; en ningún sitio los quieren, qué va a hacer. Ahora está “Cantares”, en Rivadavia y Salta, luego en Bartolomé Mitre al 1200 hay otro, está el “Ávila”, en Avenida de Mayo… en los “36 Billares” los fines de semana hay flamenco ahora. Pero tampoco hay espectáculos de calidad, porque la gente tampoco busca espectáculos de calidad. Quieren escuchar sevillanas, rumbas. Más folklore andaluz que flamenco.

-Es España ha habido mucha fusión también, y mucho “flamenqueo”, canciones con aire flamenco…

-Claro. Yo cuando grababa los discos con Diego Torres, con Marcela Morelo, con Calamaro, me decían: “vos tocás flamenco”. Y luego cuando terminaban me decían: “hemos hecho un tema flamenco”. Yo me quedaba mirando. Es como decir que Shakira hace música árabe porque hay un laúd ahí, o porque mueve la cadera.

-¿Cómo fue la experiencia con Diego Torres? Era una gira muy grande.

-Sí. Yo estuve dos años de gira. En el 2003 hicimos en el extranjero 98 conciertos, uno cada tres días, sin volver a casa. Recuerdo que después de dos meses entre América y EEUU estuve dos días y volví cuatro meses a España, de gira. Y fue muy desgastante. Ahí me di cuenta de que yo no quería eso, que yo quería tocar en un teatro donde me escuchen bien, porque tocas en una cancha de fútbol y es como tocar en un freezer. No es esa cosa de ir al teatro y que se abre un telón, suena todo lindo, con pocos músicos, una cosa íntima, linda, que la gente esté ahí sentada, que le mires la cara y que le veas la cara. No que el público es una mancha, ahí. No es lindo. Más allá del repertorio. Ponle que estoy tocando flamenco en la cancha de River: no se puede. Tiene que ser un teatro. Es incompatible con la música flamenca sonorizarlo a muy gran escala.

-Estuviste tocando en el recital de Omega en la Bienal de Flamenco ¿Qué te parece la experiencia de Morente con Lagartija Nick?

-Yo ya lo había hecho muchas veces en España, y antes lo disfrutaba más. De hecho con la Barbería tocaba la guitarra eléctrica, siempre parado, siempre con batería, cosas raras. En ese tiempo me gustaba mucho Camarón, pero pocos cantaores así serios.

-¿Y ahora?

-Ahora no. A mí cuando me decían Terremoto, esto, lo otro, lo escuchaba y no me gustaba, y era porque no lo entendía. Y ahora me encanta y digo, cómo podía ser que no me gustara. A lo mejor me compraba el disco de Camarón y escuchaba la rumbita, y la seguiriya la pasaba de largo. Me escuchaba todo lo más liviano, la rumba, la bulería, y lo más jondo no lo entendés y no te gusta.

-Bueno, en el flamenco entonces pasa un poco como en el tango, que te espera y te espera. A los 20 años el tango no le gusta a nadie.

-Sí, pero igual la gente que lo baila lo vive de otra manera.

-Es completamente diferente.

-Son los únicos que de verdad si tienen que pagar una clase cien pesos, los pagan; si se tienen que comprar unos zapatos los compran. Pero luego, los músicos, no quieren gastar nada. El disco no lo compran, lo bajan de Internet. Una clase, cincuenta pesos, no, viste. Pero la gente que baila hace el esfuerzo de estar diez horas, estudiar, viajar adonde sea. Son los que más ponen de su parte. Los alumnos, cuando les paso los ejercicios y les digo “ésto lo tienes que hacer tres, cuatro horas por día”, no vienen más.

De hecho no se estudia música. A una mujer que quiera triunfar en la música a lo mejor le es más rentable que se ponga tetas a que  estudie canto. Tal y como está el mercado hoy en día. La mayoría de la gente que triunfa en el mercado no estudia música. Los raperos estos multimillonarios, los rockeros tocan ahí de garaje como cualquier pendejo de catorce años. De hecho los Rolling Stones no tocan nada mejor ahora que hace 30 años. Es lo mismo o peor. No hay ninguna evolución. No son músicos. Eso es otra cosa.

-¿Y el flamenco, para dónde va? ¿Se va a seguir haciendo flamenco?

– Sí, pero con cambios. El flamenco de ahora es el de ahora. El flamenco de antes es el flamenco de antes.

-Bueno, cambió para siempre con Camarón.

-Sí, pero ahora mismo, por ejemplo, hay fórmulas con estribillos. En una bulería te meten un estribillo y sale un coro de señoritas, todo armado. Hay muchas fórmulas repetitivas.

-Más de canción.

-Claro. Más con fórmula de canción. Para mí se está perdiendo mucho. Se canta mejor ahora, se toca mejor ahora, pero luego los productos que se hacen suenan falsos. No suenan como los de antes. A un disco de los de antes con un montón de defectos te lo fumas hasta el final, pero uno de estos no, porque son muy mediocres, muy light. No hay quilates. El Cigala, por ejemplo, tiene talento, pero luego graba un disco y no. Quiere hacer algo que no sé, más fumable para la gente.

-¿Cuáles son los guitarristas que admirás?

A mí me gusta mucho Manuel Padilla, que es hijo del Capullo de Jerez; en general los Habichuela son como la aristocracia; me gusta mucho Pepe Juan y los hijos también: José Miguel y el Camborio. José Miguel Carmona yo creo que tiene el mejor sonido de guitarra que hay hoy en día, el más limpio, el más perfecto. Me gusta mucho el Paquete, que tocaba en La Barbería del Sur conmigo. El Tomatito también me gusta mucho. No me gustan tanto los discos, sus obras digamos, pero luego como guitarrista sí.

-¿Y en el cante?

-En el cante me gusta mucho Potito, me gusta mucho Guadiana, y el Cigala también. En mujeres está la cosa corta. Me gustan mucho los cantaores de antes, disfruto mucho escuchando al Terremoto, el Caracol, Farina.

-¿Qué pasa con las mujeres y el flamenco?

-Que no hay ninguna por ejemplo como la Paquera, con quilates. Como que cantan pa dentro. Igual hay palos del flamenco que a las mujeres no les quedan. Para mí, ¿no?

Una mujer puede cantar por alegrías, por fandangos, por bulerías, por tangos, por rumbas. Pero yo no veo a una mujer cantando por martinete o por soleá. Y me pasa lo mismo con el tango. De repente un tango así bien sentido, que estoy en el bar, en el prostíbulo, no va con la figura de la mujer. No te va a sonar como cuando lo canta Julio Sosa. Adriana Varela me encanta porque no tiene un timbre femenino. Digamos que es la única mujer que canta tango y me lo creo. Ahora una mujer en flamenco que tenga la voz power así me gustaría. No hay ahora, pero sí las ha habido.

-¿Y de los más conocidos? José Mercé, Enrique Morente.

-Enrique Morente como creador es buenísimo, pero tampoco es que cantando sea el mejor del mundo. Como creador me gusta. Ahora, cantando los palos del ritmo no es mi favorito tampoco. Pero por ejemplo, el Cigala, que canta perfectamente los palos del ritmo, tampoco ha creado nada. El otro todo lo que hace es suyo. El Cigala es un compendio de muchas cosas.

-Lo que se llamaría un intérprete.

-Claro, por eso. Tampoco hay ahora cantaores de muchos quilates. Guadiana con ese timbre, una voz preciosa y todo, tampoco canta bien por todos los palos. De las mujeres, las que hay, Montse Cortés, la Tana, tampoco. No hay ahora mismo una figura indiscutible como antes, cuando Camarón. Igual se canta mejor ahora que antes. Lo de Camarón ya está hasta superado. Ahora salió uno, el Caraqueso, ya sacó disco, una superproducción. Y canta todo lo de Camarón pero dos tonos más arriba. Lo de Camarón está superado, pero cuando él lo hacía estaba a años luz del resto. Ahora se canta mejor, y aún así no hay una figura que abarque todo, que reúna carisma, todo. A lo mejor el Cigala, podría ser, pero está a la sombra de Camarón. No es una cosa nueva.

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